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Entender a los más jóvenes sigue siendo el reto de las marcas

Las generaciones que conocemos como millennials (21 a 39 años) y centennials (0 a 20 años), constituyen hoy el 41% de la población de consumo en España y el 35% de la renta mundial, según datos del INE de 2017. Una parte de estos jóvenes-adultos ya se insertaron en la escena del mercado laboral y comercial con sus dinámicas propias, hábitos y exigencias. Estas generaciones —nativas digitales, colaborativas y, muchas veces, volátiles en su atención— comparten ciertos valores que atraviesan sus modos de vida y que influyen notablemente en sus decisiones de compra.

Por un lado, las nuevas generaciones incorporan de forma sólida los principios de un consumo consciente y sostenible. La información adquiere un rol indispensable: las audiencias comparten opiniones, investigan y exigen a las marcas mostrarse con transparencia para generar confianza. Por otra parte, los nuevos públicos buscan productos cada vez más personalizados y con un alto standard en la experiencia general de consumo. Es allí donde la innovación se vuelve indispensable para destacar en el mercado.

Podemos hablar entonces de un desplazamiento foco, que pasa de estar en el producto a estar en el cliente. A partir del consumidor se construye el producto o marca para poder sobresalir en un mercado cada vez más diverso.

A partir de todos estos cambios, según el Informe Las cosas sobre la mesa elaborado por Findasense, compañía española de customer experience, hoy nos referimos a cinco etapas en la decisión de compra de millennials y centennials: el impacto del producto en medioambiente, la composición y su efecto en la salud, las formas de adquisicion, la imagen del producto y los modos de consumo que ofrece.

Brindar experiencias que estén alineadas con los valores y la confianza de las nuevas generaciones es el resultado de una modificación y un crecimiento que debe tener lugar en la forma de concebir el negocio y la relación con el cliente.

Por eso hablamos de transformación digital para referimos a los cambios necesarios en la adaptación a los nuevos modelos generacionales. Solo pueden llevarse adelante a partir de un conocimiento profundo de nuestras audiencias, con las que pretendemos crear un vínculo de confianza y fidelidad. Para lograrlo, el camino de la obtención de datos se convierte en una necesidad fundamental de cara a la proyección de productos y servicios innovadores.

El principal aliado en este camino es la información que podemos obtener a partir de la inmersión digital en la que se encuentran millennials y centennials, y las huellas que dejan en ese espacio virtual. Una encuesta global revela que, a pesar de las importantes diferencias culturales y de las diferentes economías de datos, la mayoría de las personas (77%) son pragmáticas o más bien despreocupados sobre el tratamiento de sus datos. Valerse de esta nueva fuente significa descifrar el rastro digital, analizarlo y aplicar esa información en cada producto.

Sin embargo, este foco en la información muchas veces implica entender las audiencias como un número, y lleva a cometer errores al concebir una estrategia: comprender que se trata de personas, individuos que cada vez con mayor frecuencia escogen y deciden qué y cómo consumir contenidos, es el mayor desafío de las marcas.

Hoy las marcas de alimentación y bebidas que proporcionan soluciones creíbles y sostenibles, son las que tienden a alcanzar una mayor cercanía con el consumidor. Las nuevas generaciones están configurando lo que está bien y obligando a las marcas a repensar la forma en que se relacionan con sus consumidores y con el mundo en general. Millennials y centennials, en ese sentido, vienen a exigir el respeto por esa cosmovisión y no esperan menos del entorno en el que les tocó nacer.

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