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No se preocupe por los robots, preocúpese por su propósito

La semana pasada estuve compartiendo en la Digital Tech Congress @Home, dedicado a la automatización y la robótica y organizado por MetalMadrid, en España. Es un tema que como dicen comúnmente me quita el sueño, sobre el que investigo desde hace años y con el que llegué a escribir ¿Qué robot se ha llevado mi queso?. Los robots llegaron hace tiempo pero cada día están más presentes en nuestras vidas de una manera decisiva, planteando una fuerte disrupción a la resistencia al cambio. Hoy un robot puede servirnos un café, encender la luces o aspirar el piso de nuestra casa. También puede hacer nuestro trabajo; eso también quita el sueño. ¿Pero es la cuestión que tenemos que analizar?

Sobran ejemplos sobre automatización y uso de robot en el mundo, que hoy van desde la línea de ensamblaje de automóviles a la experiencia más cotidiana, como la de ir a una cafetería donde un robots nos hace el café o a un restaurante donde todo el recorrido es por medio de pantallas, casi sin contacto humano. Este tipo de experiencia puede dejarnos perplejos y con ciertos temores. ¿Qué será de los camareros?

Pero el debate sobre la pérdida de empleos por la automatización no hace foco en el aspecto más crucial de la automatización: ¿Qué tipo de nuevos empleos generará? ¿Para qué vamos a utilizar estas máquinas inteligentes? 

Lo cierto es que para crear robots necesitamos humanos, al igual que para diseñar todo un recorrido donde las pantallas nos lleven hasta nuestra cena sin contacto humano. Detrás de todo ese diseño hay nuevos puestos de trabajo. Nunca me hubiera imaginado encontrarme con puestos como sherpa de tienda virtual, curador de memoria personal o gerente de equipos hombre máquina. Pues bien así es como se perfila el futuro. 

De cualquier modo, aún con los avances en machine learning  y la Inteligencia Artificial, la mayoría de los robots realizan las tareas más rutinarias y solo funcionan de la manera correcta en ambientes controlados. En un mundo tan cambiante como el de hoy, nuestra guía y pensamiento crítico se hacen indispensables para el funcionamiento de las máquinas. Claramente, los puestos de trabajo que más rápidamente se irán suprimiendo serán los relacionados con tareas repetitivas que fácilmente pueda ejecutar una máquina. 

En un informe publicado por el World Economic Forum (WEF), indican que el aumento de las máquinas y la automatización eliminaría unos 85 millones de empleos para 2025. Pero al mismo tiempo, la WEF espera que se creen 97 millones de nuevos empleos, lo que significa una adición general de 12 millones. La organización hace hincapié en la necesidad de que los empleadores «recapaciten» y «mejoren sus competencias» para garantizar que el personal esté suficientemente equipado para el futuro del trabajo.  Este es un buen punto de giro, dejar de pensar en los puestos que se eliminarán (algo que va suceder) y comenzar a hacerlo en sentido inverso, es decir, el los nuevos empleos que van a llegar (algo que tenemos que hacer que suceda).

Firmas como Deloitte revelan que más del 90% de las organizaciones que han implementado Robotic Process Automation (RPA) afirma que la tecnología ha aumentado la productividad. Sin embargo, esto no quiere decir que ya no necesitaremos a las personas, pues se espera que las interfaces combinadas hombre-máquina aumenten la inteligencia humana en lugar de reemplazarla.

En este sentido, es esencial hoy organizar a los trabajadores para lograr nuevos negocios y habilidades. Las rígidas estructuras organizativas y los modelos operativos del pasado no son adecuados para un mundo en el que la IA avanza rápidamente. Necesitamos apostar por el poder de los humanos para trabajar en entornos complejos y autoorganizarse. Por ejemplo, necesitamos modelos horizontales y transparentes de flujo de trabajo que permitan a las personas moverse sin problemas entre iniciativas y grupos. 

Enseñar a pensar para aprovechar la tecnología

Siempre estamos muy pendientes de las novedades tecnológicas, y muchas veces olvidamos cómo usar los robots que ya tenemos a mano. Leí hace poco en una columna de HBR, donde cuentan cómo un equipo médico de Stanford Health Care logró una atención más humana con la simple instalación de un Ipad en las camas de los pacientes Covid. De esta manera, además de evitar el contagio, se evitaba la presencia de un “médico astronauta”, desprovisto de su humanidad en la habitación. Contrariamente, la pantalla recupera toda la frescura y la gestualidad por medio de su imagen limpia, haciendo la atención más humana.

Esto demuestra, a su vez, que nuevos skills como las habilidades emocionales cobrarán valor, ya que requerimos competencias más allá de las técnicas, que tendrán que ver con aquellas capacidades que ayudan a las personas a estar más cerca, unidas, comprometidas, y a adaptarse a los contextos de incertidumbre; necesitamos enseñar a pensar.

 Con la digitalización acelerada, se amplifica y extiende el acceso a los datos y la información, se rompen barreras físicas y se multiplican espacios virtuales para la educación, junto a otros beneficios de la transformación digital. Pero poco nos servirán sin una educación adaptada a estos cambios. Necesitamos centrarnos en la creatividad, el pensamiento crítico, la empatía, cualidades humanas que nos permita salir del adormecimiento por el exceso de información y otros estímulos. Es un cambio de paradigma más allá de la tecnología y necesitamos una enseñanza que nos ayude a descubrir nuestro talento y propósito, a generar una cultura que conecte el propósito con la tecnología, pues eso es lo que tenemos que transmitirles a los robots: un propósito.

Si ya estamos hablando de máquinas que aprenden tenemos que aspirar a ser una sociedad que aprende ligada a ellas, logrando una relación recíproca o de mutuo beneficio: las tecnologías que aprenden con los datos que nosotros les introducimos nos deben permitir también a nosotros aprender de manera mucho más rápida ahora que antes.

En el mismo sentido, tenemos que aspirar a construir organizaciones que aprenden e innovan, desde dentro hacia afuera y desde afuera hacia adentro, conectadas a un todo como un organismo vivo dentro del ecosistema de la evolución. Pensemos en la aceleración digital, quienes han sido los primeros en asimilar pues las personas.

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