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Rafael Tamames, emprendedor: «El padre de un estudiante de FP no lo dice porque le da vergüenza»

Hace once años fundó Findasense, una compañía de transformación digital que ya tiene 300 empleados en todo el mundo y factura al año 18 millones de dólares. Ahora en ¿Qué robot se ha llevado mi queso? (Ed. Alienta) da su versión de la automatización.

P. Usted no es catastrofista, pero advierte de que el que no se adapte estará perdido.

R. Soy optimista con datos. La pobreza en el mundo se ha reducido enormemente desde 1970, gracias sobre todo a la tecnología. La tecnología es el motor del cambio. Y el que no cambie va a vivir a espaldas del mundo.

P. ¿Los robots nos van a mandar al paro?

R. No. Hay un informe que analiza los empleos en Inglaterra en los últimos 100 años. Muestra como los trabajos de minería bajaban, sí, pero en cambio han subido los de peluquera, esteticista… Se crean trabajos nuevos, es un reciclaje. La revolución digital va a acabar con ciertos empleos, es obvio. No habrá por ejemplo linotipistas, gente que junte letras en una imprenta. Pero hoy hay diseñadores de páginas web, programadores que se dedican a subir información a las webs, un empleo que no existía antes.

P. ¿No va a haber entonces el desastre que algunos gurús predicen?

R. No. No habrá desastre si no damos la espalda al futuro, si nos formamos en nuevas cosas, si tenemos una formación continua, si cambiamos la forma en la que nos educamos. Si hay aferramiento, si uno se empeña en seguir haciendo trabajos que ya no se hacen, ahí surge el problema. Un cartero, por ejemplo, no se puede empeñar en seguir repartiendo cartas porque ya no se escriben apenas cartas, tiene que entender que su trabajo ahora consiste sobre todo en repartir paquetes.

P. ¿Puede ser que incluso los robots ayuden a crear riqueza y empleos?

R. Sí. Corea es el país con más robots del mundo, 530 robots por cada 10.000 empleados. Y tiene un 4% de paro. Y los dos siguientes países con más robots del mundo, Japón y Singapur, también tienen tasas de paro muy bajas. España no está ni siquiera en el top 10 de los países más robotizados del mundo y tiene un 16% de paro. Corea invierte casi el 8% de su PIB en educación y España, menos del 4%. A la vista de esos datos, es evidente que los robots no son el problema.

P. ¿Qué debería hacer España?

R. España, junto con Japón, es de los países con una mayor tasa de envejecimiento de la población. Si invirtiéramos más en educación, seríamos un país con un paro muy bajo y una esperanza de vida muy grande, lo tenemos ahí. Pero para eso hay que entender que los robots están para ayudarnos e invertir en educación. La inversión en educación da lugar a una mayor competitividad tecnológica y, a mayor competitividad tecnológica, más productividad. Si tenemos que comprar toda la tecnología, es difícil estar entre los primeros.

P. ¿Cómo debería ser la educación en España?

R. Mi sueño igual le parece excesivamente liberal. Yo querría que desaparecieran las universidades públicas y que hubiera una competencia real entre las universidades privadas. Y sí, ya sé que me va a preguntar que qué pasa entonces con la gente que quiere estudiar y no tiene medios para ello. Los fondos públicos se destinarían a financiar un sistema de becas muy potente.

P. ¿Y qué haría con la Formación Profesional?

R. A la Formación Profesional hay que cambiarle el nombre, hay que hacer con ella un trabajo de branding. Ahora mismo está estigmatizada, el padre que tiene un hijo estudiando FP no lo dice, como que le da vergüenza. Es una estupidez, porque se necesitan técnicos, y los técnicos los forma la FP. Pero el problema es la palabra, FP, por lo que sea no hay modo de que funcione. Hay que cambiarle el nombre y que la gente esté orgullosa de estudiar eso.

P. ¿Se le ocurre algún nombre para rebautizar a la Formación Profesional?

R. Universidad Técnica podría ser uno.

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