
No se preocupe por los robots, preocúpese por su propósito
Las noticias diarias que leemos sobre la inteligencia artificial generan un agotamiento mental referido al futuro de nuestros trabajos. ¿Existirá mi profesión en los próximos años? ¿Existirá mi departamento? ¿Existirá mi empresa? Un año más celebraremos el Día Internacional del Trabajo con un debate que gira en torno a muchos aspectos, como la subida de los salarios en un marco geopolítico de inflación e incertidumbre, pero posiblemente la gran novedad de este año en este escenario, y el más interesante, es lo que ya muchos llaman la Cuarta Revolución Industrial: la convivencia con máquinas, robots e inteligencia artificial (IA) que, en principio, mejorará la productividad y la eficiencia en toda la cadena de valor. Ventajas que, al mismo tiempo, generan en parte de la sociedad el temor a que estos nuevos actores terminen por desplazar al capital humano. Los expertos vaticinan que la irrupción de la tecnología destruirá 85 millones de empleos en las próximas décadas, si bien al mismo tiempo surgirán casi 100 millones que antes no existían.
Lo primero, más que positivos, seamos realistas. Según la psiquiatra Marian Rojas: “El 90% de las cosas que nos preocupan jamás suceden y, sin embargo, esos pensamientos tienen un impacto directo en nuestra salud”. Lo cierto es que mi visión al respecto es que si no quieres evolucionar, aprender nuevas competencias y trabajar con nuevas tecnologías, vas a tener problemas para trabajar en los próximos años. La mayoría de nosotros, empresarios y trabajadores, vamos a tener que cambiar la forma en la que entendemos el trabajo.
A mi juicio, el enfoque basado en habilidades, o en la adaptabilidad de unos y otros, puede conseguir que empresas y las personas en busca de trabajo se conecten y se beneficien mutuamente. Estas son algunas directrices:
Esta transformación la debemos asumir entre las empresas y los empleados. Aumentemos la corresponsabilidad de la compañía, que debe ofrecer herramientas, feedback… a su plantilla para que se actualice; y por otro lado, la de los empleados, que tienen la responsabilidad de subirse a ese tren para su propio desarrollo.
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