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Ya llevamos más del 90% del año transcurrido. 2023, el año cumbre de la IA, no podía despedirse sin un gran acontecimiento: la turbulenta pelea por el poder que ha capturado la atención del mundo.
Tomemos distancia del ruido mediático y vayamos a lo principal:
¿Qué revela esta conmoción sobre el futuro de la IA y el delicado equilibrio entre el avance tecnológico y la responsabilidad ética?
Es la historia de una ambición, avance y advertencia, que trasciende las fronteras de la tecnología y toca el núcleo de nuestra coexistencia con las máquinas inteligentes.
Ahí es nada. Vayamos por partes.
Todavía estamos jugando con la “Inteligencia artificial generativa” y emerge otro concepto: “Inteligencia artificial general”. Según Reuters y The Information a principios de año, OpenAI, desarrolló el modelo Q* (pronunciado /kiú star/, y no confirmado por la empresa), pero las fuentes de esos medios cuentan que Q* daría la razón a los expertos que creen que llegaremos a un nivel no conocido por la humanidad: la capacidad de la IA de hacer cualquier tarea humana. Por contra otros expertos opinan que es una evolución del modelo estadístico, sin más (¡ni menos!).
La AGI se define como un sistema automático que podría ejecutar cualquier tarea intelectual que los humanos realizan con igual o mayor exactitud y eficiencia.
Los modelos de esta naturaleza estarían habilitados para realizar juicios, razonar, comunicarse en lenguaje natural y aprender de su entorno. Vendría a ser un tipo de IA que no está pre entrenada para una tarea, por ejemplo jugar al ajedrez, si no sería “como un humano” al que se le podría enseñar a jugar al ajedrez, y a muchas cosas más. El ejemplo de AGI actual sería el coche autónomo nivel 5 que toma decisiones totales de conducción.
Q* no sería otra IA más, sería una ventana a un futuro donde las máquinas procesan datos, y además entienden y resuelven problemas complejos. Este modelo habría demostrado una habilidad notable para resolver problemas matemáticos que no había encontrado antes, un desafío que ha sido históricamente difícil para la IA.
La capacidad de Q* para navegar en el mundo de las matemáticas, un dominio donde hay respuestas definitivas y lógica estricta, es un indicativo de su avanzado nivel de razonamiento, similar al humano.
Mi intuición es que OpenAI está cerca de ofrecer AGI de una manera accesible a las personas, pero de ahí a que esa AGI cambie el paradigma humano-máquina queda un largo trecho. Ese puede ser el gran cambio, como lo ha sido el avance de la computación en estás últimas décadas, el acceso universal a la AGI puede producir un gran cambio en cómo nos relacionamos y trabajamos.
La innovación y el rápido avance de OpenAI no han estado exentos de controversias y preocupaciones en la propia empresa:
La carrera hacia la AGI no es solo un desafío tecnológico, sino también ético porque viene con una gran responsabilidad: garantizar que estas máquinas actúen en interés de la humanidad y no se conviertan en herramientas de manipulación o destrucción.
Encontrar un equilibrio entre innovación y seguridad es fundamental.
No creo que se construya una superinteligencia, ni que la humanidad esté en peligro, en ocasiones creo que la personas somos muy catastróficas.
Durante la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico, un día antes del despido, Altman comentó que «cuatro veces en la historia de OpenAI, la más reciente fue en las últimas dos semanas, he estado en la sala en la que empujamos el velo de la ignorancia hacia atrás y la frontera del descubrimiento hacia adelante. Poder hacerlo es un honor profesional”. Fuentes citadas por The Information aseguran que se refería a Q* sin decirlo.
Mi punto de vista: Altman está emocionado y honrado de estar en OpenAI, eso lo creo, pero no creo que su descubrimiento sea la sumisión del ser humano a la inteligencia artificial.
Quedan pocas plazas.
¿Tienes claro cómo aplicar la IA al trabajo de tu equipo de marketing?
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30 noviembre de 2023, a las 13:30 en Findasense
He utilizado la mayor cantidad de fuentes posibles, particularmente me gustan: The Information, Reuters, Wired, Protocol, Ad Age, AdWeek. Aparte utilizo inteligencia artificial, como GPT-4, para traducir y mejorar los textos.